Entrevistamos a Julio C. Vázquez. Comisario independiente y gestor cultural.

Hoy, 18 de mayo, con motivo del Día Internacional de los Museos y Sitios 2022, entrevistamos a Julio C. Vázquez Ortiz: comisario independiente, gestor cultural y cofundador de lanzarte.art.

Julio es miembro de la directiva de AGCEX, presidente de AVAEX y miembro del consejo territorial de IAC. Actual comisario de Cáceres Abierto y nuevo director de la Bienal Iberoamericana de Obra Gráfica Ciudad de Cáceres. Docente independiente en materias de comisariado, gestión cultural e ICCs y redactor de arte para la revista Grada.

  • ¿Cómo se gesta la relación del artista con el comisario?

J: Existen muchas razones por las que comienza una relación artista/comisario con origen desde ambas direcciones. La necesidad de consumir exposiciones y proyectos de forma física, hace que se genere un ecosistema de relaciones entre profesionales, lo que suele convertirse en caldo de cultivo para nuevos proyectos artísticos. No obstante, la investigación de proyectos y cuerpos de obra, deben ser inherentes a la construcción de cualquier nuevo proyecto. A nivel ejecutivo todo se desarrolla siempre en un entorno profesional alrededor de un proyecto específico, no obstante, es inevitable que se genere una relación personal, propiciada ya no solo por las motivaciones del proyecto compartido, sino también por la tipología de sus desarrollos los cuales, normalmente, requieren una implicación que va más allá de una jornada laboral al uso.

  • ¿Cuál es tu proceso creativo para generar el relato de una exposición-muestra-proyecto artístico?

J: Para cualquier profesional del arte contemporáneo es fundamental estar al día de lo que ocurre tanto dentro como fuera del sector, a nivel cultural, social, político… Ello deben envolver los proyectos de promoción propia para que actúen como testigos de nuestro tiempo. No obstante, desde los procesos de arte público en los que me especializo, el entorno de acogida (ciudadanía, patrimonio, realidad histórica y actual…) debe marcar siempre el punto de partida para estos proyectos. Lucy Lippard definió este tipo de arte como “cualquier tipo de obra de libre acceso que se preocupa, desafía, implica y tiene en cuenta la opinión del público para el que ha sido realizada”. Yo añadiría, además, la efimeridad pactada como sano ejercicio para la intervención en el espacio público.

  • Para ti, un museo es y/o debería ser…

J: Entiendo que, para decir lo que es, ya está el ICOM y sus cinco funciones básicas: coleccionar, conservar, investigar, difundir, educar. Para mí la principal carencia del museo a día de hoy es su permeabilidad. Revisando estos días la actividad de los pioneros en la dirección de museos de arte contemporáneo, se echan en falta acciones como las de Harald Szeeman y la exposición When the Attitude becomes Form en el Kunsthalle de Berna o Walter Hopps y sus 32 Hours, recibiendo obra en el MoTA de Whashington de todo aquel que quisiera exponerla. A día de hoy estas acciones parecen impensables para entidades tan institucionalizadas, a pesar de haber ocurrido hace más de 50 años. Brian O’Doherty ya advertía en los años 70 sobre el peligro del cubo blanco, que descontextualiza y mistifica la obra de arte, haciéndola en última instancia inaccesible. Frescura, desafío y permeabilidad son elementos que me gustaría volver a ver en los museos.

  • Dos cualidades intrínsecas a la profesión de comisario de exposiciones.

J: Oídos y flexibilidad horaria…

  • Retos futuros de la profesión.

J: Los mismos que cualquier trabajador de la cultura. Profesionalización y dignidad laboral. Específicamente en las artes visuales, donde su aparición en los planes políticos y presupuestarios suele ser, con suerte, testimonial. Para ello es muy importante el trabajo que se realiza desde las entidades de representación de profesionales a nivel regional y nacional.

  • Capitalismo afectivo. ¿comisariar es crear nuevas sensaciones y experiencias?

J: Emociones y experiencias son vehículos para la consecución de los valores fundamentales del arte actual. El lastre de la belleza y la metafísica asociados tradicionalmente al arte se convierten en filtros opacos que suelen ocultar la autentica finalidad del arte de nuestro tiempo, el poder transformador y la generación de ciudadanía crítica a través de la creación de entornos que lo propicien. Creo que fue Picasso quien dijo que “el buen gusto es el principal enemigo del arte”.

  • Museos: pasado, presente…¿Cuál piensas que es el futuro de los Museos?

J: Administrativamente, sería un gran avance sistematizar el concurso público para la dirección de museos (adquirido ya en varios casos), amparado en proyectos específicos desarrollados por sus candidatos, como fórmula de implantación de las denominadas buenas practicas artísticas. A nivel de contenidos, recupero frescura, desafío y permeabilidad como objetivos a futuro. Cabe decir también que a nivel divulgativo, los museos han hecho una labor muy importante en las últimas décadas, dónde las áreas de mediación son básicas en cualquiera de estas instituciones y que sin duda marcarán su futuro.

  • ¿Cuál es el compromiso de un comisario para con los agentes implicados en un proyecto artístico?

J: Desde mi punto de vista, el compromiso del comisario es acompañar a los/las artistas hasta el punto óptimo de conceptualización, comprensión, producción y comunicación de su proyecto, lo que conlleva irremediablemente a la responsabilidad con el entorno de acogida y, por tanto, la implicación de sus agentes. Para ello, es importante un buen equipo de gestores culturales, coordinadores técnicos, jefes de producción… Por desgracia, que el comisario asuma todas estas labores, es más habitual de lo que me gustaría reconocer.

  • En tus comisariados; ¿Necesitas vincularte emocional/personalmente con un proyecto para poder gestionarlo?

J: Creo que es lo más honesto trabajando en cultura. Debes compartir las motivaciones del proyecto, sentirlo propio para poder defenderlo. Es el único camino para que el resultado sea veraz y por tanto creíble por el espectador. La relación entre obra y audiencia es tan inocente y fácilmente manipulable que requiere una responsabilidad total con su autenticidad y la única vía es tomárselo como “algo personal”.